sábado, 27 de marzo de 2010

El Marketing du luxe de Rolls Royce



Después de ver uno de los especiales más bien producidos de Nat Geo, sobre la Producción del Rolls Royce Phantom, a uno le queda la sensación de que a la empresa le importa un comino el timing de la globalización, pues aunque este es un reloj impuesto por los industriales del planeta para volver más efectiva la producción en serie, en cada vez menos tiempo y con estándares que terminan por presionar al personal a puntos desesperantes para alcanzar niveles de autoexigencia verdaderamente estresantes... pues esto a Rolls Royce Motors le resbala.

No quiero decir con esto, que Rolls Royce Motors no tenga sus propios sistemas de estandarización, todo lo contrario, tienen hoy más que nunca, unos sistemas de control tan efectivos que pueden retroceder, en su proceso de ensamblaje MANUAL, al anterior paso, sin escaramuza alguna por parte de la gerencia, la cual ve este tipo de cuestiones como una parte regular de la construcción de cada obra de arte del taller de Rolls Royce.

En la intervención comercial de este artículo de lujo, elaborado para la inmensa minoría, se tienen en cuenta una serie de detalles que harán de cada vehículo un objeto del deseo, único para cada propietario, pues en la cajuela o en el interior del auto puede disponerse de algo de espacio para acomodar requisiciones especiales en excelentes compartimientos perfectamente diseñados a gusto del cliente.

El proceso de ensamblaje de cada auto se lleva a cabo en dos países: en Alemania y en Inglaterra, donde recorre una a una las cadenas de montaje de cada planta, allí se prueban hasta la saciedad y con una perfecta holgura de tiempo, el sistema de insonorización de las placas de hierro que son introducidas en su carrocería para tal fin, así como, la impermeabilidad de cada una de sus puertas, con 78 chorros que caen sobre él, durante 10 minutos con la intensidad de un monzón.

Punto a parte merece la elaboración manual de los detalles de madera que posee en su cabina interior, el trabajo en el taller de tapicería, donde se lleva dos meses coserla con una cualificada mano de obra.

Finalmente después de 6 meses de construcción de este trabajo artístico, cada Rolls Royce es contramarcado con su identificación visual, una delgada línea, pintada a mano por una única persona que se toma en pintarla 3 horas por cada lado del auto, dejando en este su firma indeleble en un vehículo de 2 toneladas y media de peso, con un perfecto motor de 12 válvulas que lo impulsara en solo 5 segundos a velocidades de un auto deportivo.

Lo bueno, se hace esperar.